Esta es una publicación reciente del Grupo de Estudios Psicológicos y Sociales (GEPS), una fundación pensada y nacida como un espacio de investigación, estudio y capacitación que pretende interrogar, acompañar e incidir a través de sus diversas acciones, en el campo de la Salud Mental. A continuación transcribimos un fragmento del Prólogo escrito por Viviana Demaría y el texto de Marité Colovini.
Prólogo
Estas serán, para quienes comiencen a leer desde aquí, las primeras palabras con las que se encontrarán en esta publicación. Pensé mucho hacia dónde deberían dirigirse estas palabras preliminares, por varios motivos. Porque mis compañeras y compañeros del Grupo de Estudios Psicológicos y Sociales me honraron con la tarea de escribir este aparte y su confianza y generosidad me llenaron de emoción y al mismo tiempo de mucha responsabilidad. También, porque son innumerables los caminos que se abren a través de esta convocatoria. Desafíos y horizontes de la Salud Mental en Argentina - Pensar lo que se hace y saber lo que se piensa, es una premisa que dibuja un paisaje inmenso y nos invita a la aventura de reflexionar e imaginar. (…)
Pensar lo que se hace y saber lo que se piensa (elucidar, diría Castoriadis), es reconocer que estamos en este mundo, atravesadas y atravesados por sentidos que lejos de permanecer en quietud, se dinamizan en cada cachorro humano que llega a este mundo. Hubo un tiempo en que fuimos nuevos y nuevas, recién llegadas. El mundo hizo algo con nosotros y luego hicimos algo con eso que hicieron de, en y con nosotras y nosotros. Y así será después y después.
Saber que esta historia de relanzamientos de sentidos continuará, no nos habilita a permanecer indiferentes en el presente. Estamos invitadas e invitados a la historia. Y podemos trabajar para la oclusión y la cristalización de los sentidos -suceso que nos regresará seguramente a un medioevo ético, como en El Cuento de la Criada- o podemos aventurarnos a la imaginación y a la interrogación permanente.
Quienes escriben en esta publicación -Laura Capella, Enrique Carpintero, Marité Colovini, José Alberto Muñoz, Enrique Saforcada, Cristina Straniero y Cecilia Tosi- son valientes mujeres y varones de su época. No sólo por sus ideas, sino porque sostienen sus convicciones en sus textos sin temor a dejarse conmover por las problemáticas de su tiempo. Cada quien le imprime un carácter singular, signado por los avatares propios y por el ángulo desde donde observa. Puestos frente a este desafío, ellas y ellos se hicieron eco y respondieron con sus pensares, pareceres y conocimientos. Por eso, mi gratitud como integrante del Grupo de Estudios Psicológicos y Sociales, es inmensa.
Finalmente, debo reconocer que este prólogo es una excusa. Una excusa para poder decir que el mundo tal y como lo conocemos no fue hecho de una vez y para siempre; para decir que los humanos somos palabras, sueños y producto de históricas batallas por la igualdad de numerosas generaciones de mujeres, varones y disidencias. Una excusa para volver a decir una vez más, que aceptar -sin ofrecer siquiera una mínima resistencia- que se instale como precepto naturalizado el no reconocimiento del otro como semejante, es el camino discursivo mediante el cual los poderes fácticos nos vacían de humanidad, nos silencian, destituyen y desplazan tanto de la escena política como de la vida privada promoviendo una ciudadanía de baja intensidad. Este prólogo es una excusa para decir que creo firmemente en que una política pública basada en el reconocimiento de los Derechos Humanos, es el instrumento por antonomasia que garantiza a todas y a todos un lugar en este mundo, que es lo mismo que decir un lugar en la historia, que en definitiva es un lugar en la siempre creciente y ampliada noción de humanidad.
Viviana Demaría