Freud jamás quiso ser filósofo: utilizaba de vez en cuando referencias al eros platónico, al imperativo categórico kantiano o al 'eterno retorno de Nietzsche, pero siempre de forma circunspecta y algo irónica. Jacques Lacan, el gran renovador del psicoanálisis en la Francia estructuralista", está, en cambio, empapado de la filosofia de su época: Kojève, Heidegger, Sartre. Y sin embargo, una y otra vez arremete contra la filosofia 'universitaria; como si el advenimiento del psicoanálisis dejara sin conceptos a la filosofia. La filosofía, por su parte, ha respondido en reciprocidad con idén- tica distancia y desparpajo. Y me refiero a la filosofía que, sobre todo en Francia, ha pasado por esa escuela de conocimiento propio que es, cuando lo es de verdad, el psicoanálisis. No hablo, pues, de una filosofia que optó desde el principio por arrojar a éste a la tiniebla exterior epistemológica (como la filosofía analitica). Me refiero a la filosofia post-estructuralista, la que en cierto modo com- pone eso que Jorge Aleman llama, en este libro, razón postmoderna. Pues lo cierto es que autores. como Foucault, Deleuze o Derrida, en un momento de su evolución intelectual rompen con el psicoanálisis, y arremeten contra él en nombre de una suerte de arqueología de la sexualidad (Foucault) o de un esquizoanálisis anarquizante (Deleuze), o de una 'archi-escritura anterior a la 'palabra Ilena (Derrida).
Jorge Aleman va mostrando el curso de estas relaciones tensas. Esa suerte de tensión es mucho, mucho más que la simple ignorancia o la condena inquisitorial, o que el frívolo desinterés tan generalizado entre intelectuales del mundo cultural español, donde el psicoanálisis halla unas resistencias verdaderamente llamativas. Yo mismo reconozco que mi desengaño con la filosofia surgida a partir del estructuralismo vino, sobre todo, por libros del estilo del Anti-Edipo de Deleuze-Guattari, o del poco convincente modo de afrontar la sexualidad por parte de Foucault, o también del prurito desconstructor frente una práctica mucho más rica que la búsqueda obsesiva de letras o grammas extraviados, al modo de Derrida.
Jorge Alemán es, en este libro, y en todos los suyos, una grande y notable excepción. Es quizás uno de los escasos psicoanalistas que se acercan a la filosofia con una actitud verdaderamente filosófica, sin por ello renunciar nunca a su condición vocacional y profesional de psicoanalis- ta. El resultado de esa actitud tan madura y fan bien combinada está a la vista, tanto en sus escritos como en sus intervenciones públicas. La teoría y práctica cruzada de filosofia y psicoanálisis de Alemán constituye un hito que ayuda a aproximar de forma realmente sugestiva a la filosofía con el psicoanálisis y viceversa.
Jorge Alemán indaga una cuestión crucial, por limitrofe y fronteriza: el gozne que articula lo que Freud llamaba pulsión con el sentido. En el limite conjuntivo / disyuntivo entre pulsión y sentido se instala su reflexión, acompañada de Freud y de Lacan pero también del pensamiento filosófico actual, el que quizás avanza o puede avanzar sobre las limitaciones de la propia razón posmoderna.
Eugenio Trias. El Cultural. Madrid, 11.04.2001.