Quevedo es "el más noble estilista español", según Leopoldo Lugones; y Alonso Zamora dirá que "es quizá el talento más universal y entero de la historia literaria española", juicio compartible si se le excluye el adverbio de duda.
Don Francisco Gómez de Quevedo y Villegas nació en Madrid en 1580, de familia hidalga, oriunda de la Montaña. Educado en el ambiente palatino, estudió primero con los jesuitas y luego en Alcalá filosofia, lenguas clásicas y modernas. Ya en los inicios del siglo XVII comienza a labrarse su fama de poeta, que lo llevaría a integrar-junto con Lope de Vega y Góngora la trinidad máxima de la lírica española de aquel
siglo privilegiado. Amigo del duque de Osuna, lo acompañó a Italia e intervino personalmente en varios escarceos políticos y diplomáticos de importancia en casos, con peligro de su propia vida-; caido su protector, sufre el destierro, es reivindicado bajo el reinado de Felipe IV. pero más tarde se lo encarcela; a los dos años de salir de prisión, irremediablemente enfermo, muere Quevedo en Villanueva de los Infantes en 1645.
Además de asceta, politico y gran poeta, Quevedo es un prosista de primer orden-Los sueños, narraciones satiricomorales, y esta Historia de la vida del Buscón, novela picaresca, lo prueban en forma contundente e indiscutible-; pero, más allá de estos distingos y como lo señalara limpidamente Jorge Luis Bo Borges, "sigue siendo el primer artifice de las letras hispánicas. Como Joyce, como Goethe, como Shakespeare, como ningún otro escritor, Francisco de Quevedo es menos un hombre que una dilatada y completa literatura".