¿Qué hacen los críticos sociales? ¿Cómo lo hacen? ¿De dónde provienen sus principios? ¿Cómo toman distancia de la gente y de las instituciones que critican? Michael Walzer encara estos problemas en forma sucinta y atractiva, proporcionando un marco filosófico para la comprensión de la crítica social como una práctica social. Walzer sostiene que la crítica social es una actividad corriente, menos el resultado del conocimiento científico que el "primo educado de las quejas corrientes", y su precisión no depende de ningún tipo de alta teoría. Desde su punto de vista, el crítico social no es alguien radicalmente imparcial y desinteresado que observa la sociedad como un extraño y aplica principios objetivos y universales. El verdadero crítico social debe hallarse apenas apartado de su sociedad, a diferencia de, por ejemplo, Jean-Paul Sartre en la época de la guerra de Argelia, que se describió a sí mismo como enemigo de su propio pueblo. O de Lenin, que juzgó a la sociedad rusa con estándares referidos a otros lugares lejanos.
El crítico "conectado" es el modelo que ofrece Walzer, aquel cuya distancia con la sociedad se mide en centímetros pero que, sin em- bargo, es fuertemente crítico. Un ejemplo del crítico conectado es John Locke, quien sostuvo la tolerancia religiosa no como un derecho universal prescripto por la razón sino como una consecuencia práctica de la teología protestante. Los profetas bíblicos, como Amos, también fueron hombres de su tiempo, con una crítica particular para sus semejantes: el universalismo de esa crítica es una extrapolación nuestra. Walzer explica de dónde provienen los principios críticos, qué distancia es una "distancia crítica" y cómo fue la práctica histórica de la crítica en la obra de filósofos sociales como Marx, Gramsci, Koestler, Lenin, Habermas y Rawls.
Walzer acepta un orden moral ya existente, un producto histórico, que estructura nuestras vidas, pero cuyas ordenanzas son siempre inciertas y requieren inspección, discusión y comentario. El crítico social debe utilizar en su tarea sólo las herramientas corrientes de la interpretación.
Filósofos, teóricos políticos y todos los lectores seriamente interesados en la posibilidad de una vida moral encontrarán sustento e inspiración en este libro.