Desde: "Cuando alguien prendía un cigarrillo..."; hasta: "Ya lo sé Caperuza", he sido atravesado en las entrañas por el estilo de Silvia. Quiero decir que primero se produce una conmoción en el cuerpo, y después recién se ubica en la mente.
Pruebe el lector escuchando la Misa en Si menor, o cualquiera de los conciertos Brandemburgueses, de J. S. Bach y, si es sensible, experimentará la misma conmoción corporal.
Silvia utiliza todas las puertas para hacernos llegar su mensaje: La inocencia, la ironía, el drama, lo cómico, la repetición, la insistencia, la super abundancia enumerativa, los neologismos, las alusiones, las teorías inventadas, varios personajes literarios conocidos, y algunos dichos de películas y otros libros.
Y está escrito de corrido, sólo con puntos suspensivos; sin embargo, se entiende perfectamente cuándo habla el narrador, y cuándo los personajes.
Todo eso en un contexto de escritura que surge de las entrañas, el corazón y otras.
Es por todo esto, y por otras razones que no puedo expresar aquí, que recomiendo ardientemente, y desde las entrañas (el corazón... y otras), la lectura de estos escritos.

Julio César Pereira