Esta obra encara una tarea de alto vuelo.

Su autor, con maestría y firmeza, echa las bases de una teoría del derecho y de la justicia desde el ángulo de visión de la moderna filosofía empirista. Como toda obra genuinamente renovadora, tiene un acentuado tono polémico. Ross discrepa con todas aquellas tendencias que, en forma más o menos ostensible, atribuyen al derecho una validez supraempírica, de la naturaleza trascendente (escuela del derecho natural y sus numerosas variantes, incluso las encubiertas). Y también con aquellos enfoques que, si bien rechazan los presupuestos del jusnaturalismo, utilizan, no obstante, otra noción de validez según la cual la ciencia del derecho no es una ciencia empírica, sino conocimiento de ciertos objetos especiales: las normas jurídicas, que no pertenecen al mundo de los hechos, sino a un mundo sui generis dotado de legalidad propia (dogmática jurídica tradicional, teoría pura del derecho).

Ross polemiza, por último, con otras teorías sociales que, a su juicio, sólo pretenden ser empíricas ya que se apoyan en presupuestos metafísicos tales como la noción de una inevitable necesidad histórica; pivote esencial de la concepción marxista fuente de nuevas formas de intolerancia y sectarismo. y

El autor aprovecha las modernas conquistas de la semántica y, en especial, las investigaciones sobre el significado emotivo de las palabras, de tanta importancia para las ciencias sociales.