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A partir de haberse agotado la primera edición de este breve texto y considerando al mismo como una modesta contribución tendiente a fortalecer los derechos de las niñas, niños y adolescentes, optamos por la alternativa de esta segunda edición que ahora presentamos, manteniendo el contenido original con el agregado de un Anexo para la ocasión. Dicho Anexo contiene diversas notas que fueron publicadas en los diarios "Clarín" y "Página 12" y exposiciones realizadas en eventos profesionales. Las manifestaciones de pobreza extrema que se observan a diario, en la ciudad, involucrando a niños y adolescentes, son absolutamente escandalosas. Sin embargo, al ser cotidianas, pasan a formar parte del paisaje urbano, "naturalizando" la perversión de un estilo de funcionamiento social bárbaro e inhumano. Nos vamos acostumbrando, entonces, a codearnos con la inequidad, cristalizándose la errónea percepción de la inmutabilidad de estas desgracias. Con la situación de los cientos de miles de niños y niñas que trabajan en la Argentina acontece lo mismo. Detengámonos en este terrible dato: 1.503.925 niños y niñas trabajan en la Argentina. Más de un millón y medio de chicos y chicas trabajando requiere de urgentes políticas públicas. La inmensa mayoría de los padres de los niños y niñas que trabajan, son desocupados o subocupados con ingresos paupérrimos, en concordancia con las actuales condiciones de flexibilización y explotación laboral. En tanto no se concretice una significativa política de reactivación económica que posibilite la creación de nuevos puestos de trabajo, como así también la recuperación de los deteriorados niveles salariales, los padres de estos chicos continuarán en situación de pobreza e indigencia, lo cual reproducirá el círculo vicioso que arroja a los niños/as a la calle a trabajar en sus diversas expresiones- para mal sobrellevar su existencia.
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