La identidad... jamás la historia de la humanidad estuvo confrontada de modo tan agudo a esta cuestión decisiva que atañe al porvenir del ser humano. Si triunfan los discursos sobre la identidad que sostienen hoy los políticos, podemos suponer que eso se traducirá en conmociones sociales inéditas que tendrán su impacto también en el psicoanálisis.

El tema de la identidad está en el fundamento mismo del ser humano. En este sentido, el psicoanálisis constituye un laboratorio que permite percibir lo que acontece en nuestra sociedad y, a la vez, interrogar la manera en que la experiencia de un análisis puede afectar a la relación que un sujeto tiene con la identidad.

La cuestión de la identidad se plantea en diversos niveles. Ante todo, ¿nos servimos del término identidad para designar lo común a un grupo, o bien aquello que constituye para cada uno su propia identidad como ser humano? O bien, ¿nos servimos de este término para designar cómo cada cual se sitúa como hombre o como mujer? No debe asombrarnos que los debates en torno a la identidad conciernan al sexo mismo, puesto que el discurso actual prefiere la expresión <identidad de género».

Los debates sobre la identidad sexual han hecho emerger un nuevo término: transidentidad, vocablo que ha reemplazado al término transexualidad, que viene así a designar una identidad sexual diferente al sexo asignado en el nacimiento.

Nuestra época, marcada por la tiranía de generar clases, con vistas a aislar la verdadera identidad de los sujetos -tiranía de la identidad por tanto- abre el interrogante de la posición de cada uno. Este libro se plantea contribuir a tal <<elección por la civilización».

L. Izcovich, fragmentos del prólogo.