Como dicen los economistas, de Adam Smith a Amartya Sen, la prosperidad de una nación se ve "en la medida en que la gente se halla en condiciones de imaginar, de desear, de sentir emociones". Si esta es la prosperidad que interesa, no basta con remendar, con un poco de amortiguadores sociales, el desgarramiento que se produce entre crecimiento económico y bienestar social.

Es preciso -y rápido- un nuevo compromiso social: una cooperación capaz de transformar el crecimiento económico en bienestar social y viceversa, instituciones sociales que sepan activar y multiplicar los cambios, la capacidad, los temas, e invertir sobre los recursos de la gente, ampliando a la vez la potencialidad del mercado.

En esta obra se invita al lector a viajar a algunos lugares de Italia y de Europa en los que estas instituciones se hallan en construcción. Empresas sociales, laboratorios que, como en un juego de simulación, experimentan la posibilidad de este compromiso. A lo largo del viaje descubrirá a mucha gente -trabajado- res de la asistencia social y empresarios, desgracia- dos varios, sacerdotes y artesanos, administradores y artistas- que toman la iniciativa y trabajan juntos para producir calidad en el hábitat social. Con la fuerza de la experiencia y el hálito del sueño.