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«-Su hijo está muerto. Ahí está, no lo toque. En el piso de tierra yacía Víctor, con la frente ancha y limpia que le dio sobrenombre, sobre un charco de sangre, bajo la mesa donde escribían el parte oficial de su muerte.» El 6 de febrero de 1999, la muerte de un pibe chorro, el Frente Vital, acribillado por la policía, elevó a la categoría de mito a esa especie de Robin Hood de la villa que repartía entre los vecinos lo que robaba, y dio origen al santo capaz de obrar milagros como el de cambiar el destino de las balas policiales. Cristian Alarcón se sumergió en esa realidad tan cercana como extraña para muchos y compuso este relato formidable de los cruces y vínculos entre la violencia uniformada y la de jogging y zapatillas, la transa y el robo, la solidaridad y la traición. La crítica ha dicho sobre su obra: Sobre Cuando me muera quiero que me toquen cumbia: «Un relato magistral de Cristian Alarcón, quien bajo la influencia simultánea de Rodolfo Walsh y Pedro Lemebel reconstruye la vida y la muerte de los jóvenes lúmpenes del conurbano bonaerense.» Mariana Enriquez, Radar «La formidable Cuando me muera quiero que me toquen cumbia es un modelo de excelencia del periodismo narrativo.» Le Monde Sobre Si me querés, quereme transa: «Un texto a la altura de las ficciones mayores del boom. Tiene un oído absoluto para los matices, los giros, las pausas dramáticas, las invenciones ling ¼ísticas, y los traduce en una escritura tan alejada de la desgrabación como de la cosmética literaria.» María Moreno «Una extraordinaria crónica […] que se intuye destinada a expandir la riqueza del non fiction, a ubicarse entre sus obras más valiosas.» ngel Berlanga, Radar Sobre Un mar de castillos peronistas: «En Alarcón todo confluye: sabores y ritmos, alegría y dolor, convulsión y cultura popular, los personajes célebres pero también los olvidados.
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