Cuando el sol de las mañanas se levanta sobre el mundo de la novela, quien lee se encuentra sumergido en el escenario de conflictos, desencuentros, esperanzas y decisiones tomadas por esos personajes que viven y se mueven como todos nosotros en el ámbito įreal? de las vidas que nos pertenecen, de las que nos rodean, de las que podríamos vivir o haber vivido. Es una lectura vívida, colorida, estremecedora a veces. A través de ella la autora nos guía, nos muestra, nos enseña, nos ayuda a recordar o a imaginar.

Y cuando llegamos al punto final no resulta fácil deshacerse de todo lo que ella nos ha hecho sentir. Bueno, ¿y por qué deshacerse si es una lectura enriquecedora? Hagamos otra cosa: no olvidemos; por el contrario, atesoremos. Ese sol de palabras que refleja al otro, al que se levanta para nosotros todas las mañanas, nos va a ayudar a completarnos.

Angélica Gorodischer