Los cuentos de Chiquero se sitúan sobre un límite frágil,
como si pudieran posarse sobre la silenciosa densidad que antecede a la
tormenta. En este espacio hostil y pantanoso, los personajes descubren que las
miserias siempre salen a flote; nada se puede hacer para evitar el desastre:"Se había visto otras veces en la noche, pero ahora la
mano es suya, no es otra, no son otros dedos. Los estira, los contrae, hace
fuerza y le duelen; ahora sí siente dolor. Se dio cuenta de lo incómodo que
tocó durante la actuación, la poca movilidad en el diapasón de su bajo negro.
Todavía no alcanza para despejar lo sucedido. Cuando llegue el amanecer va a
estar en otro lugar".A partir de un lenguaje ecléctico y sagaz, Patricio Vargas
construye universos tan complejos como fascinantes, y trama con maestría los
estragos que causan, la mayoría de las veces, las inexplicables catástrofes
cotidianas.