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E I mar-animal bello y sensiblese agita con estos movimientos imperceptibles para los distraídos de corazón. Los lobos reconocen estos cambios, y Jaúllan de placer o furia. Algunos pocos, los lunáticos, heridos por el astro caminan con el alma en esa frecuencia misteriosa. Por la luna van al encuentro, tienen sed, toman apuntes. Reynaldo Sietecase P alma da un paso más (al frente), y testimonia. Propone, cita, vene- ra, crítica, provoca... Pero sobre todo, fuertemente, testi- monia... Acerca de aquello que lo constituye como sí, como él, como distinto. Artista. Psicoanalista. Nos cuenta aquellos trazos, esos rasgos, de una he- rencia (a veces) escogida, que es fundamento e incitación. Sus genios. Las voces que lo llevan... a creer, a crear... A ese fuego, ese empecinamiento esa constancia. Tan fuera de la razón, del mercado. Tan excéntrica a la praxis de durar. Gustavo Castaño L a preocupación sobre la transmisión de esa intimidad desgarrada que es s la condición de lo humano, de esa extranjeridad que nos habita y con la que tomamos contacto en lo evanescente del instante, es lo que insiste no sólo en las proyecciones del director de escena sino también en el psicoanalista-escritor de este relato. Esta experiencia a cuya travesía nos convoca el autor hubiera sido posible sin el psicoanálisis? Es probable. Sófocles al psicoanálisis para transmitir su mensaje. Ni tampoco Shakespeare. Pruebas al canto. Sin embargo, es el psicoanalista-analizante-director de escena el que hace de este escrito un texto cuya urdimbre trata de sostener lo que dramaturgos, actores, poetas y analizantes fabrican y ponen en escena en su tarea cotidiana. Texto polisémico que convoca a lectores de diversas procedencias a reencontrar sus propias marcas. Juan Alberto Manino
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