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Crónicas de psicoanálisis con niños y adolescentes Con textos de Ana Anahory, Marcela Bacce, Graciana Górriz, Rebeca Hillert, Cristina Vitores, Viviana Lanseros, Nancy Lista, Gabriela Reggiani y Rocío Svarzman El juego nunca es lo que parece. Un niño puede pasar horas junto a un tablero, o unos bloques, etc., sin que esta actividad sea más que un mero entretenimiento. El juego, que a veces puede no ser divertido, que puede tener reglas o no, darse con otros o en solitario (pero nunca en soledad), etc., en cambio, es un tipo de experiencia que constituye al niño a través de la elaboración de fantasías. El juego, por lo tanto, no aparece como tal, sino que requiere ser interpretado. Esta es la primera lección freudiana. Es lo que Freud advirtió cuando sancionó como un modo de experiencia lúdica el “hábito molesto” del niño que arrojaba un carretel. De este modo, el juego participa de la clínica psicoanalítica de una manera oblicua: es el resultado del encuentro entre el niño y el analista. En efecto, un niño puede decir que no juega, y el analista aceptar su declaración como juego singular, ponerla a jugar para leer en esa invitación una posición subjetiva, la fantasía por la cual se le niega a otro lo que espera. El juego siempre resulta vencedor. Por eso es tan importante que los analistas, como ocurre en los casos que presenta este libro, sostengan una ética del juego. Antes que realizar clasificaciones descriptivas, distinciones artificiales (por ejemplo, entre niños que juegan y otros que no), se trata de preguntarse: ¿cuándo hay juego? ¿Dónde está el juego de este niño? […] Cuando un análisis es tal, hasta el analista mismo se sorprende. Este libro transmite sorpresa, y produce la posición de aquellos que en el encuentro con niños (y adolescentes) supieron hacer algo diferente a lo que normativamente dicen los manuales. Por eso este libro tiene razón de ser: no satisface ninguna demanda, sino que recupera la función del deseo que, como tal, se manifiesta en la interpretación. Una interpretación no restituye un significado previo, sino que produce la novedad de la resignificación. Este efecto de lucidez debemos a Rebeca Hillert y su equipo. Fragmentos del prólogo de Luciano Lutereau
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